Conversaciones con Al Pacino (2.007)
La vez que hice Pavlo Hummel en Boston, mi mirada se encontró de repente con un par de ojos del público, y pensé: "Es increíble; estos ojos me penetran". Me pasé la actuación entera relacionándome sólo con aquellos ojos. No podía esperar a que cayera el telón para averiguar de quién se trataba. Cuando finalmente cayó, miré en dirección a los ojos y descubrí que eran los de un perro lazarillo. [Ríe]. Pertenecían a una chica ciega. No podía salir de mi asombro: la compasión, y la intensidad y la comprensión de esos ojos...y era un perro. ¡Qué profesión!
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