Radio Muerte
La radio chisporrotea en la ventana como un tripudo surtidor de palabras y penas. Estos días están llenos de avisos de muertos conocidos; el futbolista joven y fuerte, la actriz ronca y lavada, el escritor mortal y rosa. Estas noticias se superponen a las de los muertos habituales; las mujeres a manos de sus hombres, las familias engullidas por los terremotos, los albañiles furtivos acosados por la ilegalidad y tantos otros.
La radio lanza un alarido estructurado, nacido de la entonación que no respeta el punto y seguido y nosotros, comiendo plácidamente en la cocina bañada por la luz, somos oyentes de un drama de muerte, tristeza y desolación.
El heredero pregunta por qué siempre hablan de muertos, yo replico que para que estemos atentos ante los peligros que nos rodean, y ésto, que parece importarle poco, recarga su pistola de preguntas, por qué no hablan de cosas buenas, y entonces mi escudo de respuestas de desvanece en el aire.
La radio lanza un alarido estructurado, nacido de la entonación que no respeta el punto y seguido y nosotros, comiendo plácidamente en la cocina bañada por la luz, somos oyentes de un drama de muerte, tristeza y desolación.
El heredero pregunta por qué siempre hablan de muertos, yo replico que para que estemos atentos ante los peligros que nos rodean, y ésto, que parece importarle poco, recarga su pistola de preguntas, por qué no hablan de cosas buenas, y entonces mi escudo de respuestas de desvanece en el aire.
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