21 mayo 2007

Césped

Una alfombra acolchada y excesiva para celebrar una ceremonia sacramental más. Con una niña vestida de princesa y el heredero con las rodillas verdes, reunimos el clan en sillas forradas de blanco alrededor de aperitivos y entremeses variados, crepe relleno de lubina, setas y etcétera y magret de pato con salsa de algo bajo la lluvia fragante de Ramón Bilbao. La tarta de chocolate es un colofón estimulante y sabroso a un seminario de la caña de cerveza en Madrid y otros asuntos interesantes. Hay mil horas de fútbol a la sombra de la tapia blanca y también una embestida casi definitiva contra el tronco de un árbol que se resuelve con otro gintonic y la corbata naranja en el bolso.
Y mientras el tiempo se queda detenido a la altura de los treinta grados del termómetro, el hombre de Peral y yo hacemos repaso, sentados en un banco, de lo que nos importa. Lo demás, efectivamente, no nos importa.