The Illusionist (2.006)
Buena película romántica ambientada en Viena a finales del siglo diecinueve. Por temática y planteamiento se ve lastrada por un final que no desvelaremos aquí. Hay una corriente en Hollywood que vive entre vueltas y revueltas de la trama hasta desembocar en un golpe de guión que desbarata lo presentado en pantalla anteriormente. Aplicado con maestría en obras como The Usual Suspects o The Sixth Sense, puede distraer al espectador del desarrollo normal de la película, manteniéndolo pendiente de esa última sorpresa que bastantes veces se gestó en sucesivos engaños o hurtos de información.
La película de Neil Burger admite dos aproximaciones, la primera por el encanto de la magia como tal, en una sociedad que vibra ante los avances científicos, donde la policía comienza a adoptar un punto de vista más técnico; y una segunda como historia de amor pura, superviviente a través de los años, las diferencias de clase y los príncipes herederos.
Dos actorazos, Paul Giamatti y Edward Norton, brillan al lado del histriónico Rufus Sewell y la inexpresiva Jessica Biel, y Phillip Glass adorna con mucha cuerda la banda sonora. Mención aparte para la fotografía, que en la primera parte del metraje parpadea como las gastadas cintas del cine anterior al sonoro, con una pátina dorada evocadora muy conseguida.
Aunque presentada al mismo tiempo que The Prestige, sus planteamientos y soluciones son diferentes y merecen, por tanto, una mirada distinta.
La película de Neil Burger admite dos aproximaciones, la primera por el encanto de la magia como tal, en una sociedad que vibra ante los avances científicos, donde la policía comienza a adoptar un punto de vista más técnico; y una segunda como historia de amor pura, superviviente a través de los años, las diferencias de clase y los príncipes herederos.
Dos actorazos, Paul Giamatti y Edward Norton, brillan al lado del histriónico Rufus Sewell y la inexpresiva Jessica Biel, y Phillip Glass adorna con mucha cuerda la banda sonora. Mención aparte para la fotografía, que en la primera parte del metraje parpadea como las gastadas cintas del cine anterior al sonoro, con una pátina dorada evocadora muy conseguida.
Aunque presentada al mismo tiempo que The Prestige, sus planteamientos y soluciones son diferentes y merecen, por tanto, una mirada distinta.
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