Fabada, chuletón y Centenario
Un bebé perfecto reposa en mis muslos atento a mi mano pajarera. Dejo a los padres con el viernes noche envuelto en aroma de papilla y cariño.
Camino bajo el iPod mientras la noche refulge en el suelo. Jovencitas con manoletinas se dirigen al paraíso estroboscópico a despecho de acnés, suspensos y ceños paternos. Un magma negro lo envuelve todo y alrededor de una mesa cuadrada apostamos sobre seguro vaticinando nuestro propio destino. Fabada, chuletón y Centenario, oé. Ilustre menú para el encuentro de ilustres personas. Una diosa búlgara nos acredita como niños traviesos y un hombre con traje negro y camisa blanca nos mira certero mientras aflojamos cincuenta euros por barba, más canosa que la vez anterior.
La noche es una cabalgata de gintonics entre una feria de danzarines vociferantes y despreocupados. Venciendo a los años vamos hacia las bodas de plata. Quién lo diría.
Camino bajo el iPod mientras la noche refulge en el suelo. Jovencitas con manoletinas se dirigen al paraíso estroboscópico a despecho de acnés, suspensos y ceños paternos. Un magma negro lo envuelve todo y alrededor de una mesa cuadrada apostamos sobre seguro vaticinando nuestro propio destino. Fabada, chuletón y Centenario, oé. Ilustre menú para el encuentro de ilustres personas. Una diosa búlgara nos acredita como niños traviesos y un hombre con traje negro y camisa blanca nos mira certero mientras aflojamos cincuenta euros por barba, más canosa que la vez anterior.
La noche es una cabalgata de gintonics entre una feria de danzarines vociferantes y despreocupados. Venciendo a los años vamos hacia las bodas de plata. Quién lo diría.
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