26 marzo 2007

El capitán Sky y el mundo de mañana (2.004)


Experimento al estilo Casshern o Sin City rodado íntegramente contra pantallas verdes. La película sale airosa del laboratorio y es un entretenimiento a la antigua usanza, pleno de sentido en una tarde de domingo. La ucronía obvia el empuje nazi y la depresión del veintinueve. Los dirigibles llegan al Empire State tal y como estaba previsto en un principio.
La aventura es trepidante y nos lleva desde Nueva York a una isla perdida pasando por el mismísimo Sangri-La. Los lugares exóticos se evocan con una ingenuidad extraviada hace muchos años y hace muchas películas.
En la secuencia en el Radio City Hall la protagonista asiste a una proyección de El Mago de Oz, con Dorothy en technicolor. El mundo real está decolorado, mientras que el paraíso utópico de Totemkopf refulge como la isla de la Calavera.
Llena de guiños, como se dice ahora, a mitos del cine como el Sangri-La de Lost horizons, la sombra de Gozdilla en Tokio y otros muchos. Una sorpresa es la presencia póstuma de una figura señera del cine y el teatro que no revelaré aquí. Puede ser un primer paso del cine del mundo del mañana. Actores muertos. Siempre que el capitán Sky no lo impida.

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