300
Impactante novela gráfica de Frank Miller, que cuenta con Lynn Varley para el coloreado de las planchas. Narra la batalla de las Termópilas, aquella en la que trescientos espartanos dirigidos por Leónidas, más algunos otros valientes, pelean con un imponente ejército persa que trata de conquistar Grecia.
Frank Miller plantea la epopeya de forma grandiosa, con los espartanos peleando como un solo hombre. Las planchas, de orientación horizontal, son magníficas, y el tratamiento del color de Lynn Varley realza estupendamente las cualidades del dibujo de Miller. El guión es escueto y directo, y bastante ajustado a como aconteció el suceso histórico. El traslado al cine parece obvio, y tras el éxito de Sin City, se estrena en Berlín 300.
Leónidas se comporta de manera brutal con sus hombres, distrayéndolos con los relatos de Dilios, incluyendo el de su propia iniciación con el lobo, tratándolos como a niños. La democracia griega se la juega contra el imperio persa. Y lo hace disponiendo de los usos brutales, dictatoriales, de una pequeña nación-estado llamada Esparta. El paralelismo con la situación actual en la que viven los Estados Unidos de América es inmediato. El ejército exige normas de comportamiento y relación que no son fácilmente aceptables en al ámbito civil, y sin embargo se asumen por necesarias. El ejército de Leónidas exige una sola voluntad, lamina los sentimientos personales, y se nutre de los mejores miembros, al menos en lo físico, de la sociedad que dice defender. El propio Leónidas sufre la tara que supone la debilidad encontrada en la expresión de los propios sentimientos. No verbaliza su despedida de su esposa, aunque luego le dedique sus últimos pensamientos: ¿sirve de algo?
Frank Miller plantea la epopeya de forma grandiosa, con los espartanos peleando como un solo hombre. Las planchas, de orientación horizontal, son magníficas, y el tratamiento del color de Lynn Varley realza estupendamente las cualidades del dibujo de Miller. El guión es escueto y directo, y bastante ajustado a como aconteció el suceso histórico. El traslado al cine parece obvio, y tras el éxito de Sin City, se estrena en Berlín 300.
Leónidas se comporta de manera brutal con sus hombres, distrayéndolos con los relatos de Dilios, incluyendo el de su propia iniciación con el lobo, tratándolos como a niños. La democracia griega se la juega contra el imperio persa. Y lo hace disponiendo de los usos brutales, dictatoriales, de una pequeña nación-estado llamada Esparta. El paralelismo con la situación actual en la que viven los Estados Unidos de América es inmediato. El ejército exige normas de comportamiento y relación que no son fácilmente aceptables en al ámbito civil, y sin embargo se asumen por necesarias. El ejército de Leónidas exige una sola voluntad, lamina los sentimientos personales, y se nutre de los mejores miembros, al menos en lo físico, de la sociedad que dice defender. El propio Leónidas sufre la tara que supone la debilidad encontrada en la expresión de los propios sentimientos. No verbaliza su despedida de su esposa, aunque luego le dedique sus últimos pensamientos: ¿sirve de algo?
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