03 febrero 2007

Goldfinger (1.964)

Tercera entrega del agente secreto menos secreto del mundo. 007. Esta vez contra un especulador regordete y rubicundo que trastea con el precio del oro.
No hay aparición de Ursula Andress en la playa, pero tenemos un Aston Martin DB5 con su colección de gadgets. Los efectos especiales son tan ingenuos como perfecta la raya de cada pantalón que se pone Bond. La fórmula está asentada, con un episodio inicial para calentar a la audiencia, localizaciones por todo el mundo (¿Bahamas?, Miami, Londres, Kentucky), ronroneos con Moneypenny, los artefactos de Q, y malvados más malos que la vida.
Los manejos de Bond con las mujeres resultan superficiales y con un grado de machismo difícilmente soportable en la actualidad. Soportable para las mujeres, quiero decir. A mi me resulta entrañable y hasta cierto punto, cañí, pero divertido, muy divertido. Es que donde pone el ojo pone la bala, caramba.
Qué decir. Un icono pop del siglo XX y por lo que se ve, camino de serlo también en el XXI. Es entretenimiento, es cine.

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