03 febrero 2007

Perfección

La ciudad ofrece sol y correspondemos con rostros satisfechos a cuenta de una mañana para nosotros mismos. Los relojes piden aire y los euros corren locos al rescate. Dos niños preciosos bajan y suben mientras un padre se vuelve hijo y sobrino de golpe. Hacemos examen y vamos raudos buscando más libros y más películas. Después, verduras en tempura, lomo a la sal, bien rosado y jugoso, fresas con azúcar y leche y alguna naranja. Cachorros por el pasillo a la luz madura de la tarde y Bond, James Bond, para los padres.
Nos besamos con The End. Es una tarde perfecta.