El escriba sentado
Rellené la biblioteca de mis conocimientos con
En el Dime dónde está descubrí El escriba sentado, una maravillosa estatua egipcia de caliza policromada de apenas medio metro de alto y que representa al funcionario que espera concentrado y solícito las palabras que transcribirá con delicadeza y determinación al papiro. Dicen los especialistas que su cara corresponde a un importarte personaje de la IV dinastía llamado Kai. Al parecer, el escriba era respetado por su profesión y los notables de la época gustaban de pasar a la posteridad representados como áquel.
Vi El escriba sentado en el museo del Louvre hace una docena de años, en compañía de la chica de mirada oceánica, y aún me estremezco de la emoción que sentí. No lo esperaba tan pequeño, y a pesar de ello la firmeza que transmite la obra me llenó de satisafacción y de una extraña sensación de proximidad y cercanía con aquella figura de rostro sereno y mirada certera. Todo equilibrio, El escriba sentado es un paradigma del escritor que escucha los sonidos de su entorno y los lleva al papel para que no haya duda de que los hechos que acaecen (única verdad según Wittgestein, entre otros) fueron ciertos y como tales deben ser considerados, más allá de interpretaciones burdas o interesadas.
Quiero ser un escriba del amor por mis hijos, mi mujer y mi familia, lo único que me importa. Llevaré al papel los anhelos cumplidos y los que quedaron en meros sueños. Las pesadillas y las traiciones tendrán su hueco en el volumen dedicado a las infamias y no habrá duda sobre quién está con nosotros.
Otro día contaré como me encontré, de golpe, inesperadamente, con el Guernica.
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