El unicornio rosa
Mientras hablo con JVB un unicornio rosa entra en el salón.
Pasa sigiloso entre la butaca de Benita y la librería para esconderse detrás del sofá de piel verde. Se asoma tras la lámpara cuando el rabillo de mi ojo me alerta de su presencia. Pregunto quién está ahí y el animalito me pregunta a su vez que cómo lo he visto.
El unicornio y yo salimos a pasear cuando el atardecer es un estallido de naranjas, rojos, bermellones, morados y luces artificiales. Sopla fresco el aire y corremos por la hierba hasta la cuesta que el unicornio rechaza. A pesar de eso, la sube a la carrera aunque acaba en los hombros de su padre. Los peatones lo miran entre confundidos y divertidos y los demás niños giran sus cuellos todo lo que pueden cuando los sobrepasamos.
El aire se vuelve filo y la noche es una tapia negra con estrellas. El unicornio y yo arribamos a Fort Apache, donde el calor anida.
Pasa sigiloso entre la butaca de Benita y la librería para esconderse detrás del sofá de piel verde. Se asoma tras la lámpara cuando el rabillo de mi ojo me alerta de su presencia. Pregunto quién está ahí y el animalito me pregunta a su vez que cómo lo he visto.
El unicornio y yo salimos a pasear cuando el atardecer es un estallido de naranjas, rojos, bermellones, morados y luces artificiales. Sopla fresco el aire y corremos por la hierba hasta la cuesta que el unicornio rechaza. A pesar de eso, la sube a la carrera aunque acaba en los hombros de su padre. Los peatones lo miran entre confundidos y divertidos y los demás niños giran sus cuellos todo lo que pueden cuando los sobrepasamos.
El aire se vuelve filo y la noche es una tapia negra con estrellas. El unicornio y yo arribamos a Fort Apache, donde el calor anida.
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