Cuarenta y cinco
Me espera un sendero junto al canal o una playa rendida al amanecer.
Alcanzados los cuarenta y cinco sigo mi camino, my long way to the light, entre acordes de guitarra y letras agazapadas.
Vivo en la sonrisa de mis hijos y en el fulgor del azul cielo mientras suspiro que los días por venir sean amables con los míos y conmigo, no importa dónde estemos.
Me siento querido como nunca y abrumado por las atenciones que no sé si merecí y que me permiten esperar, paciente e ilusionado, el sol de cada mañana.
Me alcanzarán las horas verdes y azules y entonces diré, sin duda ninguna, que el futuro ya está aquí.
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