12 abril 2013

Pasajeros



Viajamos en un mundo a la deriva sin más certezas que nuestras propias incertidumbres. 
Llueve a diario y el sol se esconde de nuestros ojos. 
El río es una superficie oscura que se desplaza engullendo ilusiones y arrastrando sueños.
Vivimos esperando una llamada telefónica que riegue de luz blanca y amarilla el camino que es premio y recompensa.

Y sí, la llamada llega.