Olores
Camino cabizbajo y me invento la pregunta, ¿a qué huele, papá? inquiere el heredero.
A calefacción de carbón, una catapulta hacia aquellos octubres de la sidra dulce, la ropa de invierno por estrenar y unas monedas para los chocones.
A la humedad monstruosa, escondida entre las sábanas después de manchar de verde algunas paredes del patio. Me quita la respiración y viaja en la maleta hasta casa, una postal escrita por nadie escondida entre las camisas y los pijamas.
A la atmósfera de humo de los bares y los chigres, ese jadeo de tabaco y hielo, un chaquetón espeso que se pudre encima del abrigo, enganchado en todos los pliegues del torpe aliño indumentario. El acta de la noche anterior, humo y temblor de manos.
A calefacción de carbón, una catapulta hacia aquellos octubres de la sidra dulce, la ropa de invierno por estrenar y unas monedas para los chocones.
A la humedad monstruosa, escondida entre las sábanas después de manchar de verde algunas paredes del patio. Me quita la respiración y viaja en la maleta hasta casa, una postal escrita por nadie escondida entre las camisas y los pijamas.
A la atmósfera de humo de los bares y los chigres, ese jadeo de tabaco y hielo, un chaquetón espeso que se pudre encima del abrigo, enganchado en todos los pliegues del torpe aliño indumentario. El acta de la noche anterior, humo y temblor de manos.
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