
¿Primera? película de la franquicia
Bond,
James Bond.
Sean Connery despacha un personaje cínico y con licencia para matar. El villano, que quizá resulta ahora un tanto
naif, juguetea con el poder nuclear. Su base de operaciones parece una central hidroeléctrica de los años sesenta (del siglo pasado, se entiende). Educado, frío, con un problemilla en las manos, acoge a sus prisioneros con una educación de psicópata que no es suficiente para contener el sentido del deber de
Bond. Martinis removidos y no agitados, camareras chinas, playas en Jamaica, increíbles partidas de blackjack. En fin, el universo
Bond.
Vayamos al grano. Todo eso está muy bien. Sí. La guerra fría y todas esas chorradas. Hasta que
Ursula Andress sale del agua. Uf.
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