Zaragoza
Benito Pérez Galdós
Un viaje camino de una arqueología de la resistencia y el valor, entre la niebla y los radares. Navegamos entre vides chamuscadas por el otoño y encontramos la salvación con tomas de ternasco cada ocho horas. El soberbio coche negro es un desafío a la distancia y a los fantasmas que acechan en las rotondas, en los adelantamientos, en los carriles de aceleración. Y así, azotándonos con bromas y refranes encontramos una ciudad que crece sobre restos árabes que mueren sobre restos romanos, y así hasta la náusea. Zaragoza. En el Pilar los destrozos de las bombas son letreros luminosos y las mujeres, siempre las mujeres, tricotan rosario tras rosario mientras los hombres dan vueltas esquivando a un cura viejo que espera somnoliento en el confesionario.
Etiquetas: viaje
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