02 noviembre 2006

Sevilla

Dijo el gran poeta que su infancia eran recuerdos de un patio de Sevilla. La mía incluye un paseo a caballo por el parque de María Luisa y zumos de naranja recién exprimidos. Los avatares por cuenta ajena me llevan allí, donde me encuentro una ciudad enfangada en lluvias y atascada entre obras. Deambulo con mi amigo camino de ningún sitio y veo otro patio de Sevilla, un coche atascado en una esquina y una placa recordando a don Ramón Carande. El perfume del jamón y las miradas azules de los extranjeros cortejan a dos almas errantes que no encuentran la luz prometida, sólo noche y humedad.

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