Una madre
Rota por la muerte de un hijo. Minero. De Quirós. La visitamos en agosto, en su casa. Tostada por el sol y el trabajo de siglos, despechada por un Dios que juega al escondite con los más fieles, rasgada por la pérdida de su marido, que se adelantó un año para no sufrir por el hijo fuerte, sano, a punto de (pre)jubilarse. No pudimos llevar consuelo a aquella casa, trajimos entereza y pena. Una madre anclada para siempre a Cienfuegos, evitando el cementerio en la revuelta de la carretera, sujeta por las cadenas que en vida son de seda y con la muerte se vuelven de espino y hielo. Bajo el hórreo, mirando al valle tremendo de hayas y castaños, escucho la cháchara de dos mujeres, pidiendo perdón por estar aquí, por no haber sido elegidas en primer lugar. Por vivir.
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