Sábado
Mientras Mateo Escandón purga sus indecisiones en Lindes, la tarde del sábado me llega con los amigos llorando una pérdida. Cosemos unas frases escogidas en el peor lugarcomunismo y enfilamos el camino de casa, más Fort Apache que nunca, donde mis hijos juegan embadurnados de chocolate, ajenos al festín de vanidades que discurre como un lodo negro por las calles de la ciudad minúscula.
La vida avanza exigiendo unas fortalezas que no tenemos, pidiendo un arrojo que nos resulta extraño. Aún así, hay hombres y mujeres valientes que no le vuelven la cara al día, y con ese ejemplo, y el calor de los niños, fijamos los pies en el suelo, por el honor de los Tercios de España, y aguantamos el empujón. Sonriendo.
La vida avanza exigiendo unas fortalezas que no tenemos, pidiendo un arrojo que nos resulta extraño. Aún así, hay hombres y mujeres valientes que no le vuelven la cara al día, y con ese ejemplo, y el calor de los niños, fijamos los pies en el suelo, por el honor de los Tercios de España, y aguantamos el empujón. Sonriendo.
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