28 septiembre 2005

Preguntas y respuestas

La entrada de hoy va dedicada a las preguntas inteligentes. Aquellas que no llevan incluida la respuesta. No se sorprendan. Les invito a que conecten con cualquier programa deportivo, preferentenmente radiofónico, y anoten todas las preguntas inteligentes que se formulen. Tranquilos. No hay que apuntar nada.
Si hacemos el experimento al revés, se nos agotan los cuadernos recogiendo preguntas que no necesitan respuesta. Por no necesitar, ni entrevistado necesitan.
Vamos con un ejemplo.
Concluye el partido con empate a cero. El periodista acude raudo a entrevistar a la estrella local.
(periodista) Muy cansado, ¿no?.
(futbolista) No. Sí. Bueno, no. Este ritmo de miércoles y domingo nos está pesando en las piernas.
(periodista) Quedar a cero no es un mal empate, ¿no?.
(futbolista) No, es un buen resultado. Visto como ha presionado el otro equipo, hemos hecho todo lo que hemos podido. Yo hubiera firmado el empate.
(periodista) Has jugado bien en la primera parte, pero no habéis podido superar su juego.
(futbolista) No. sí. Es que no hemos podido superar su juego. Lo importante es ayudar al equipo.

Tendría más interés planteada en estos términos. Al menos, nos reiriamos más:

(periodista) Se te ha visto cansado, ¿te están pasando factura las noches del Toisón? (porque nada es como las noches del Toisón, nada, nada, nada).
(futbolista) No. Sí. Estooooooooo...
(periodista) Con estos resultados tan pobres, vago de los cojones, ¿seguís aspirando a la Liga? ¿seguís aspirando a algo?. No digo aspirando algo, que eso ya lo se, sino a algo...
(futbolista) Estooooooooo...
(periodista) En la primera parte, cuando todavía podías respirar, gordo cabrón, hemos visto que conteníais al otro equipo, aunque sin dominar. ¿A qué se debe el bajón de juego de la segunda parte? ¿a las noches del Toisón?
(futbolista) No. Sí. Socorrooooooooo.

A tomar por saco. Se habrán herniado. Y asi día tras día, sin apretar nunca al protagonista. No será porque no practican. Cientos y cientos de pseudoentrevistas, de una cháchara interminable que nos inunda, que embrutece y deja a los espectadores atónitos, que pueden con todo. Qué estómagos.
Todos los programas llenos de preguntas con respuesta incluida, respuestas que se quedan sin pregunta, pontificados baratos, cambios de opinión en tiempo real, juegos de ventaja, periodistas forofos, gritos histéricos, amiguismos disfrazados de coherencia, falsas indignaciones, manos a las cabezas, dineros a los bolsillos, la nave va.
Y para enterarte de cómo ha sido el gol lo tienes que ver por la televisión. Por la radio, misión de audaces.