19 diciembre 2012

Techos



Dicen que un agujero vivía un hobbit. Cuesta creerlo, con esos pies es extraño que no optaran por una solución habitacional mejor ventilada. El sábado lo vi y lo entendí. Suaves colinas, pasto verde y ventanas y chimeneas. Cada uno se busca su acomodo sin más incentivo que su pretendida felicidad.
Duermo, o no, con la persiana subida y el router a todo trapo. Mi miopía encamada difumina los contornos de tantas lucecitas y de la luz de la calle que traza un trapecio en el techo, en el cielo raso o así. Hay en el cuarto un resplandor como de nieve y luna llena, una atmósfera de plata azul y un vapor de despedida.
Imagino, sueño, dibujo. Una casa en la playa. O en el lago. O en Lindes.