Venticuatro de abril
Buscamos al Homo Antecessor y encontramos los cielos que soñó John Ford. Montados en el coche gris una piedra trazó una rúbrica inquietante en la luna delantera. Nada nos detuvo y vimos cazar jabalíes de trapo con azagayas y flechas con punta de piedra.
Cuando la tierra sangra población los manirrotos se agarran a las piedras para disimular la escapada. Lloverán los millones para arropar cadáveres milenarios y las respuestas quedarán en los anaqueles de los sótanos.
Los arquitectos desperdigan prismas de hormigón donde quiera que asome el pasado y yo no dejo de preguntarme si la imaginación es un don reservado a los audaces.
Vimos caminantes sin niños y bicicletas sin ruedas; oímos a pakistaníes sin bigote comprando calcetines; comimos tortilla y ambrosías de chocolate; nos escondimos entre pacas de paja y despedimos la tarde en el fulgor de un día completo.
Y no encontramos la esperanza por ninguna parte.
Etiquetas: viaje
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