26 abril 2010

Trescientos sesenta y cinco días

Un año y nada.
Y me sigues faltando.
Y esta cárcel de suspiros no tiene barrotes.
Te vi en una foto entre las butacas verdes, sonriendo.
Ciento veintiséis es un número, y trescientos sesenta y cinco son una condena.
En el armario quedó tu perfume, y en la repisa de cristal también.
Te busco en un caleidoscopio en blanco y negro y no estás.
Te vi tricotar dos cuchillos y quiero estar ahí, contigo.
Caminamos por la acera, me llevas de la mano, cruzamos la calle. Hay una sombra fresca en el verano de julio, me ofreces todo, me hablas. Soy.
Y ahora, háblame.
Y ahora, nada.

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