La paz
Escribo las mismas líneas una y otra vez. Sobre esta nada que me circunda anegándolo todo.
C. y yo conversamos en un coche negro que ronronea en la mañana tiesa. Es el momento de preguntarnos qué pecado cometimos.
Ignacio Martí Baró cayó bajo el plomo y hoy lo escuché en el patio del colegio. La voz joven, fuerte, segura, valiente, acogida por el acento salvadoreño. A miles de kilómetros de aquella ignominia, en el relente de la mañana de cristal, vuelan palomas y ascienden globos.
Los niños le cantan a la muralla y yo voy y vengo por este calvario de ciudad gris.
C. y yo conversamos en un coche negro que ronronea en la mañana tiesa. Es el momento de preguntarnos qué pecado cometimos.
Ignacio Martí Baró cayó bajo el plomo y hoy lo escuché en el patio del colegio. La voz joven, fuerte, segura, valiente, acogida por el acento salvadoreño. A miles de kilómetros de aquella ignominia, en el relente de la mañana de cristal, vuelan palomas y ascienden globos.
Los niños le cantan a la muralla y yo voy y vengo por este calvario de ciudad gris.
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