Fotografías (II)
Como dardos.
Me dan un álbum verde recién etiquetado, hay unas divertidas fotos en un banquete de bodas. Desprevenido, busco las primeras hojas. Y allí se agazapa el pinchazo. Fernando, por Dios. La Toja, Burgo de Osma, Santiago de Compostela, Río Lobos. Afilado por la enfermedad que marcó mi mil novecientos noventa y dos y los siguientes.
El flequillo; el suspenso mancomunado en Proyectos y el suspenso solidario de Líneas; aquella cena en Portonovo; las mil horas en la biblioteca; las badanas en la cabeza, en aquella calle de granito; ¡Cinco, ven aquí!; el desmayo al volver de Aldeadávila; la noche memorable de la despedida de César; la última Nochevieja.
En estos años me acordé mil veces de ti. Dónde estás. Qué hombre tan desprendido. Qué tipo más divertido. Qué amigo más leal. Qué joven. Qué pena.
Me dan un álbum verde recién etiquetado, hay unas divertidas fotos en un banquete de bodas. Desprevenido, busco las primeras hojas. Y allí se agazapa el pinchazo. Fernando, por Dios. La Toja, Burgo de Osma, Santiago de Compostela, Río Lobos. Afilado por la enfermedad que marcó mi mil novecientos noventa y dos y los siguientes.
El flequillo; el suspenso mancomunado en Proyectos y el suspenso solidario de Líneas; aquella cena en Portonovo; las mil horas en la biblioteca; las badanas en la cabeza, en aquella calle de granito; ¡Cinco, ven aquí!; el desmayo al volver de Aldeadávila; la noche memorable de la despedida de César; la última Nochevieja.
En estos años me acordé mil veces de ti. Dónde estás. Qué hombre tan desprendido. Qué tipo más divertido. Qué amigo más leal. Qué joven. Qué pena.
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