Fotografías (I)
Como bombones.
Aquellas de mil novecientos noventa y nueve. Un bebé de un mes y medio mecido entre abuelas, tías abuelas, bisabuelas y tías bisabuelas. Dos vídeos breves, donde lo maravilloso es el gorjeo del niño, heredero de alergias, memoria y prisas. La imagen es apenas un sello de correos en medio de la pantalla, resalta cristalino el gugú del niño, santo y seña de nuestro futuro. Estos días tose reciamente por las noches, creyente por unas horas en el fierabrás de la leche con miel. Repasamos catorce palabras en francés, ¿qué es le abricot?, pregunto, y me responde cartesianamente, ¿a qué te suena?, Albaricoque, digo, Pues eso. Por la mañana le digo, A por el catorce, responde serio, No sé las que me van a preguntar. En aquellas fotos, en los dos vídeos, una criatura mira serio la catarata de antecesoras. Qué belleza.
Aquellas de mil novecientos noventa y nueve. Un bebé de un mes y medio mecido entre abuelas, tías abuelas, bisabuelas y tías bisabuelas. Dos vídeos breves, donde lo maravilloso es el gorjeo del niño, heredero de alergias, memoria y prisas. La imagen es apenas un sello de correos en medio de la pantalla, resalta cristalino el gugú del niño, santo y seña de nuestro futuro. Estos días tose reciamente por las noches, creyente por unas horas en el fierabrás de la leche con miel. Repasamos catorce palabras en francés, ¿qué es le abricot?, pregunto, y me responde cartesianamente, ¿a qué te suena?, Albaricoque, digo, Pues eso. Por la mañana le digo, A por el catorce, responde serio, No sé las que me van a preguntar. En aquellas fotos, en los dos vídeos, una criatura mira serio la catarata de antecesoras. Qué belleza.
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