Fernando Fernán-Gómez
-¿Qué admira en una mujer?
-En primerísimo lugar, la belleza.
-Siempre lamenta no vivir su vejez rodeado de lujos. ¿No será que, en el fondo, no sabe estar sin trabajar?
-Sin trabajar me encuentro muy bien; me atrevería a decir que mejor que trabajando. Eso no lo relaciono con el lujo. El lujo que echo de menos es el lujo suntuario, el que disfrutan los verdaderos ricos.
-¿Sigue pensando que los Goya son una fórmula injusta de premiar el cine español?
-No recuerdo haber pensado eso ni sé muy bien lo que quiere decir. Pero, en fin, no, ahora no lo pienso.
-La última vez que le entrevisté me dijo que las películas españolas que veía no eran de izquierdas. ¿Confía en el cine como motor de cambios sociales?
-No. Para que el cine influyera en los cambios sociales antes debería haber algunos grandes cambios sociales.
-¿España le duele?
-Ése es un sentimiento muy alto, al cual yo no alcanzo.
-Revisitar la Historia está en boca de todos. ¿Qué piensa cuando ve en los diarios estos días esquelas de la Guerra Civil?
-Sin necesidad de ver esas esquelas, para las personas de mi edad la Guerra Civil española es uno de nuestros peores recuerdos, si no el peor.
-¿Hablar con alegría de «las dos Españas» en el siglo XXI no es un acto de inconsciencia absoluto?
-No estoy seguro de que lo sea. No lo he pensado. Me pilla usted desprevenido.
-¿Ha sido usted el número uno en su profesión?
-Me gustó mucho la respuesta de un torero, no recuerdo cuál, cuando le hicieron esta misma pregunta: respondió 'yo no tengo número'. Me gustaría que se me hubiera ocurrido a mí.
-¿Cómo quiere ser recordado? ¿Qué satisface a estas alturas su vanidad?
-Pues, poco más o menos, eso mismo que está usted diciendo. Me gustaría ser recordado. Hoy por hoy me parece que con que se me recordase estaría satisfecha mi vanidad.
-¿Cómo puede ser un día perfecto, una jornada cualquiera en la vida de Fernando Fernán-Gómez?
-Sin trabajos obligados, con la lectura de un buen libro, la visita de algunos amigos
-¿De qué se arrepiente?
-Eso va en días. De tantas cosas. Pero, en fin, digamos que de no haber sabido expresar a veces mi cariño a las personas que he querido y quiero. Le sea la tierra leve.
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