Deadwood, First Season
El DVD es la tabla de salvación a la que nos agarramos cuando la parrilla televisiva nos expulsa, ya sea en abierto como en los canales de pago. No sólo por la escasa calidad o la reiteración de lo emitido, también por las posibilidades de elegir idioma, subtitulados, calidad de audio y vídeo, paradas a voluntad (o a la de los cachorros). Y sobre todo, porque el formato permite la autoprogramación paseando entre los géneros cinematográficos, documentales, musicales y de series de televisión.
A estas últimas me refiero. Después de la experiencia de Band of brothers, que ya disfruté tres veces, llegaron las cinco temporadas de The Sopranos, la primera de Doctor en Alaska, ésta para ella, nos encontramos ahora entre Moonlightning y Deadwood. La primera sobradamente conocida, ochentera, Luz de Luna, con unos histriónicos Bruce Willis y Cybil Shepherd. Resiste bien el paso de los años y es un entretenimiento ligero para las noches de los domingos.
Otra cosa es Deadwood, la génesis de la ciudad norteamericana moderna. Sobre el tsunami de la fiebre del oro afloran negocios dignos e indignos. Los emprendedores se conjuran par dar credibilidad administrativa al nuevo enclave y así ejercer los derechos de propiedad y explotación de los nuevos territorios que se van pacificando tras las últimas revueltas indias (Little Big Horn y la tragedia de Custer). Tenemos dueños de locales de entretenimiento como restaurantes, casas de juegos y de putas, almacenes, ferreterías, protoclínicas y explotaciones mineras. También la prensa se hace un hueco con la figura de un periodista que dicen es un remedo del primer Hearst.
El diseño de producción y la dirección artística son de primera categoría (la HBO tiene marchamo de alta calidad en todas sus producciones, Rome, The Sopranos, Six Feet Under, Carnivale y demás), excelentes música y fotografía. Ésta es naturalista, bien contrastada, con un planteamiento que no esconde las debilidades de la vida en aquellos territorios de frontera. Los actores, magníficos, desde un estólido Keith Carradine a la exquisita Molly Parker, pasando por Brad Dourif, y los temibles Powers Boothe y Ian McShane.
A un tercio de terminar la primera temporada, y mientras esperamos la sexta de The Sopranos, Deadwood es nuestra apuesta para las veladas de diario.
A estas últimas me refiero. Después de la experiencia de Band of brothers, que ya disfruté tres veces, llegaron las cinco temporadas de The Sopranos, la primera de Doctor en Alaska, ésta para ella, nos encontramos ahora entre Moonlightning y Deadwood. La primera sobradamente conocida, ochentera, Luz de Luna, con unos histriónicos Bruce Willis y Cybil Shepherd. Resiste bien el paso de los años y es un entretenimiento ligero para las noches de los domingos.
Otra cosa es Deadwood, la génesis de la ciudad norteamericana moderna. Sobre el tsunami de la fiebre del oro afloran negocios dignos e indignos. Los emprendedores se conjuran par dar credibilidad administrativa al nuevo enclave y así ejercer los derechos de propiedad y explotación de los nuevos territorios que se van pacificando tras las últimas revueltas indias (Little Big Horn y la tragedia de Custer). Tenemos dueños de locales de entretenimiento como restaurantes, casas de juegos y de putas, almacenes, ferreterías, protoclínicas y explotaciones mineras. También la prensa se hace un hueco con la figura de un periodista que dicen es un remedo del primer Hearst.
El diseño de producción y la dirección artística son de primera categoría (la HBO tiene marchamo de alta calidad en todas sus producciones, Rome, The Sopranos, Six Feet Under, Carnivale y demás), excelentes música y fotografía. Ésta es naturalista, bien contrastada, con un planteamiento que no esconde las debilidades de la vida en aquellos territorios de frontera. Los actores, magníficos, desde un estólido Keith Carradine a la exquisita Molly Parker, pasando por Brad Dourif, y los temibles Powers Boothe y Ian McShane.
A un tercio de terminar la primera temporada, y mientras esperamos la sexta de The Sopranos, Deadwood es nuestra apuesta para las veladas de diario.
Etiquetas: DVD
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