04 junio 2006

Lubina

Convocamos un festival dedicado a la Dicentrarchus labrax. El lobo de mar, la lubina, ese pez que se mueve a velocidad casi vertiginosa en los aledaños de playas y rocas. Domesticada por el hombre, aún es posible, si se pone empeño suficiente, disfrutar de la variedad salvaje.
En Casa Covián (en Selorio, camino de Rodiles), Luisma y la chica del pañuelín agasajan a la clientela en un coqueto comedor sito en un recodo de la carretera, donde el olor a mar se mezcla con los aromas de la hierba y los perfumes de la sidra. Eso sí, hay que venir con el taco.
El sábado nos dimos un homenaje JP, Sánchez Bolín y las chicas, ya saben. Fritos de pixín, almejas a la plancha y lubina al horno. Vino de Rueda (¿Javier Sanz?), quizá postre, Montecristos grandes y chicos, McCallan seco y los horizontes abiertos.
Después, la playa, el sol, el viento, el mar. La paz.

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