04 marzo 2013

Marzo


Puede suceder que, de repente, el sol venga a visitarte. Aunque sea de noche. Mientras los relojes callan, en la esquina de la catacumba de ladrillo donde se esconden los niños perdidos, las manos te olerán a naranja y azahar. Tendrás calor o frío mientras regresas del jardín de nata y fresa. La noche durará demasiadas horas cuando no quieres dormir, y la mañana esperará a que tus ojos se agoten de recordar.
Pasarán muchas más cosas y hablarás, sonreirás, reirás. 
Y después de horas o minutos o segundos, el sol partirá de nuevo. Más tarde, tumbado en la cama, escondido tras un libro, comprenderás que no hay tecnología capaz de mantenerte lejos de ese sol.
Del sol de marzo.