04 junio 2011

Amba, el gato que soñaba que era un tigre


Hoy supe que el gato se fue.
Lo conocí en una estepa de moqueta gris, temblón y parasitado. Después gallardo y sedoso en la selva calefactada del veinticinco.
Estudió leyes y letras en los muslos de Julio, esquivó los pasos veloces del académico, viajó agarrado a los brazos marmóreos y morenos de Fernando y recibió caricias y mimos de quien tú y yo sabemos.
Y fantaseó con una vida tras presas con y sin plumas, espió tras las ventanas, sintió la muerte que nadie esperaba y fue un embajador de junglas y paraísos.
Qué tundra hollará estos días que vendrán. Esta noche creeré por un momento que se reencarnará en el tigre blanco y grande, el que nos protegerá zampándose enemigos acechantes, rugiendo poderoso en alguna parte sin duda lejana, cumpliendo su sueño de gato valiente.
Suerte, Amba.