Pinares
Suspirando por el verde salimos a navegar por un mar de arena. Masticamos polvo y unos bocadillos de jamón con tomate.
Los pinos sangran por una uve metálica y el sol da una bofetada rebotada en la senda cuadrada. El sábado es la sala de espera de no sabemos qué y nos refugiamos en una feria de pueblo para probar las combinaciones imposibles de la imaginación de un cocinero vestido a rayas. Hay un festival de chacinas y otro de navajas y el heredero se muere de risa subido a un artefacto que es todo mentira y vibración. La nena me pide que la vigile. Y así hago mientras la Edad Media queda para los libros y los artesanos.
Regresamos a casa con el sol tatuado en la frente y rato después nos congregamos ante la misa de la religión pagana que años después de muerto MVM sigue sin dios. No todo está perdido, un menudo argentino de sonrisa acanalada presenta candidatura y a su alrededor todos bajan la cabeza.
Etiquetas: viaje
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