Chernobyl
Caminé entre la niebla que se esconde cobarde en el relente de la mañana. Y por más que esforcé la vista no encontré la llanura en la que pacen todos los hermosos caballos. Vi un jamón en una ventana y tres chimeneas de licuar vapor de agua. Emmylou Harris espabila mi ánimo y busco una calle trasera donde una vez Mateo Escandón repartió golpes en la tarde.
Descubrí un barrio con una tienda de dardos, un sexshop lowcost y una residencia de ancianos como meta y paradigma del futuro en la ciudad gris. Todavía se anuncian combates de boxeo en la anochecida y una madre lleva de su mano a su hijo adulto y distinto.
Me tomo un café paladeando Marie Antoinette pronunciado en francés y el camino a Fort Apache será un inventario de la nada mientras sueño despierto con el refugio de tu mirada.
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