11 septiembre 2006

La rata

Una noche, en Nueva York, vimos una rata. Julio nos había avisado. Al parecer la rata neoyorkina pertenece a la variedad noruega, y alcanza un tamaño descomunal. Quiero decir, grande.
El animal se dirigía hacia un semisótano de esos tan pintorescos. Como la iluminación era más bien escasa, apuntamos a la rata con la luz que sale de la pantalla del teléfono móvil. Esto despertó la curiosidad del fiero roedor que se volvió hacia nosotros. No llegamos a correr despavoridos y si no lo hicimos no fue por falta de ganas.
El Mal provoca fascinación, y es mucho más valiente que nosotros, humildes turistas de la Historia equipados con la luz temblona del teléfono móvil. La rata siguió su camino y nosotros el nuestro. Teníamos que haberle tirado el chisme cuando se cruzó con nosotros.